Disfunción en la Integración Sensorial

Las disfunciones sensoriales están detrás de muchos de los casos de déficit de atención, dislexias, disgrafías, dificultades con las matemáticas, la conducta, el desarrollo y la descoordinación motriz, la hiperactividad, la mala inserción social, disfunciones relacionadas con el autismo o problemas con la alimentación.

Según los diferentes criterios, se considera que del 5 al 20 por ciento del total de la población infantil padece algún tipo de disfunción en la integración sensorial.

Debemos tener presente que el sistema nervioso de estos pequeños no es tan estable como el de los demás. Son niños emocionalmente frágiles, para muchos de ellos el mundo que perciben no es un lugar seguro y divertido. Se muestran a menudo ansiosos y tienen poca tolerancia a la frustración. Reciben muchas llamadas de atención y castigos que van afectando su autoestima y el concepto que van creando de sí mismos. A esto hay que añadir sus pobres resultados en las tareas escolares.

Cuando un niño es propenso a las rabietas y la pérdida del control, cuando es muy sensible a los ruidos o los olores, cuando se pierde por los pasillos o es miedoso y torpe, cuando no acepta los cambios en la rutina o necesita moverse constantemente… adaptemos el entorno en la medida de lo posible para que concentrarse en sus tareas y mantener el control de la situación le sea más fácil. Adaptemos nuestra actitud para con ellos, manteniendo la calma y siendo conscientes de que nuestros actos y nuestro tono de voz pueden influir en su comportamiento.

Intentemos comprender al niño, intentemos imaginar cómo se siente, para así poder ayudarle y no tacharle de «tonto», «vago», «maniático», «malo», etc. El primer paso para ayudar a cualquiera de estos niños empieza por cambiar el concepto que tenemos de él y respetarle tal como es. Con calma y firmeza le haremos saber qué cosas debe cambiar de su comportamiento y deberemos comprometernos a acompañarle en esta difícil tarea. Por supuesto que nos marcaremos objetivos que sean posibles de conseguir por parte del niño. Un programa de recompensas cuando haya una mejoría en su conducta y una retirada de privilegios cuando el comportamiento sea inadecuado son estrategias beneficiosas para todos los niños.

También es muy beneficioso el aprendizaje multisensorial. Es aquel que utiliza todos los sentidos, no solamente la visión y el oído. Cuantos más sentidos estén implicados en aprender algo, más fácil resultará entenderlo y recordarlo. Los niños disfrutan experimentando, viendo y tocando, saboreando y moviéndose… Teniendo en cuenta que no todos los niños utilizan de la misma forma sus sentidos, es bueno darle una oportunidad a aquellos que necesitan utilizar el movimiento o el tacto, por ejemplo, para su aprendizaje.

Existen especialistas que pueden ayudar. Básicamente se trata de hacer que madure el sistema nervioso para que integre correctamente la información sensorial. Ya que el sistema nervioso tiene dos vías: una de entrada (los sentidos) y otra de salida (nuestras respuestas), la única manera de actuar sobre él es a través de los propios sentidos estimulándolos.

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