Estos amigos imaginarios cumplen diversas funciones:
- Están «los que lo pueden todo»: son como un héroe o un hermano mayor que les saca de apuros.
- Otro tipo es «el que paga el pato» por haber saqueado el tarro de mermelada o esquilado al gato.
- Por su parte, «el hijo adoptivo» se lleva los sermones que el niño ha recibido antes de papá y mamá.
- También está el llamado «amigo fiel»: su misión es dar compañía. Este último suele darse con más frecuencia en hijos únicos o niños sin hermanos próximos en edad.
Como comportarse los padres ante esta situación:
- No hay que ridiculizar al niño ni decirle que miente, sino ser tolerantes y respetuosos.
- Se puede entrar un poco en el juego, pero sin llevarlo demasiado lejos: no es necesario hacer sentir al niño que nos engaña. En el fondo él sabe que está jugando a «como si» ese amigo existiese. Así, establecemos una complicidad y le permitimos que desarrolle el saludable ejercicio de entrar y salir de la fantasía.
- Lo que los padres deben hacer es preguntarle en qué lo ayuda este amigo imaginario y qué cosas hace él para que los padres sepan qué busca y qué está expresando a través del amigo imaginario.