* Control-guía y nunca un control-impositivo de las normas.
* Transición suave entre el control en la infancia a la comunicación en la adolescencia.
* Ambos precisan de las dos prácticas de forma simultánea pero de intensidad diferente.
* Atmósfera afectiva, de clara aceptación y de atención al niño en sus necesidades, intereses y preocupaciones.
Infancia:
* Mensajes de control fácilmente traducibles a acciones concretas (“Recoge los juguetes“) resultan comprensibles para los niños.
* Normas claras y coherentes, envueltas en una atmósfera de afecto demostrado explícitamente y de compromiso interactivo, evitarán “diminutos dictadores” que dominen a sus padres con sus continuos caprichos.
Adolescencia:
*Comunicación, argumentación, explicación de las normas.
*Fomento de la empatía hacia los demás o reparación del daño, ya que la práctica ayuda a la interiorización de la norma.